sábado, 28 de julio de 2007

ALGO DE HISTORIA JIMENATA

LA AYUDA AMERICANA DE LA POSGUERRA EN JIMENA DE LA FRONTERA.
POR CURRINI
Me acuerdo como si fuese ahora mismo, como un DIA, mi madre me levantó de la cama y a tirones me llevó hacia la palangana de agua fria, donde me dio unos restregones en la cara con agua y jabón fenicao y con la mano mojada la pasó varias veces por mi encrespado pelo negro, para después pasarme el “peine espeso”, a continuación me vistió con aquella ropilla con remiendos y zurcidos y en la mesa grande tocinera ya estaba mi tazón de café negro con pan migado( el café de mi casa era de cebada y nadie se ponia nervioso). Terminado el desayuno, te pasabas el dorso de la mano por la boca y ya estabas dispuesto para iniciar la jornada.
Mi madre me colocó la “mochila” con la pizarra y las libretas para salir corriendo hacia el colegio, a mi me gustaba saltar los callejones, pero como era aún pequeño aún no lo tenía conseguido aquello y lo intentaba una y otra vez, primero con el callejón de las Cuatro Esquinas, después con el del Pósito y el último de mi recorrido hasta el colegio era el de Los Castillas.

Como siempre llegué a la hora justa de ponerme en la cola y de momento la hermana de Jacinto Berlanga, abría la puerta y todos corríamos, atravesando una pequeña salita que conducía al patio interior de la casa, para después continuar corriendo por unas enormes y empinadas escaleras pero… al llegar a la puerta teníamos que pararnos y de uno en uno deciamos……¿ Ave María Purísima….? Y se oía una voz que decía……!adelante…..!, pues bien si éramos unos 90 ó 100 niños (allí no había niñas), se repetia 90 ó 100 veces lo mismo.

Nos posicionábamos de pié cada uno en el lado del pupitre y tras rezar el Ave Maria y el Padre nuestro comenzábamos el martirio chino de estar sin hablar y copiar las cuentas y muestras que ya tenia D.Bernardo Periñán Guerrero preparadas en el gran encerado negro que sobre unos trípodes descansaba en la esquina del fondo del enorme “soberao” que era la escuela.( Sobre la escuela y nuestros comportamientos os explicaré muchas cosas interesantes otro día).

Sonaron dos fuertes palmetazos en la mesa y tras el obligado silencio sepulcral, dice D. Bernardo con su potente voz: -- A partir de mañana, todos tendreis que traer un vaso grande, cucharilla, azúcar y un bollito ó dos rebanas de pan para ponerle manteca flande y por las tardes sólo traereis una rebanada de pan para daros el queso. Continuó diciendo….. Esto es que los americanos son muy buenos con España y nos han enviado a los colegios y a las iglesias la leche en polvo, la manteca y el queso para que no pasemos hambre.

Aquel día volvimos como locos a la casa con la novedad de lo que pasaría al día siguiente en el colegio y Paca la de Berlanga subía una olla grande con leche calentita y todos en cola con nuestros vasos recogíamos la leche y entregábamos el bollo a D. Bernardo que juntaba la manteca y nos lo devolvía, eso fueron los primeros días, pero todas las cosas tienen sus variantes y degradaciones ( que se lo pregunten a los que aún viven como a Juanito Sarrias, Pepito Gil, Paco y Agustín Benítez(calderas), Pepe Luque y muchos más) y empezamos a llevar galletas, chocolate rallado, bizcocho y muchas otras cosas que nos intercambiabamos unos con otros y lo que resultaba al final en los vasos eran unas mezclas rarísimas. A mi me encantaban los molletes calentitos con la arinita blanca por encima y que los hacía Federico Mota en la panadería de Luis Luque y lo repartían muy tempranito las molleteras(apodo que quedó a todos los componentes de una familia entera), pero había un inconveniente y es que D. Bernardo era enemigo de que llevásemos molletes y hasta me castigó un día por mi insistencia en aquello de llevar mollete para ponerle la manteca(pienso que por ser redondos le costaría más trabajo ó que gastaría más manteca de la prevista).

Las dos iglesias ( La de arriba y la de abajo) , recibían enormes cajones repletos de mercancía, correspondientes a la ayuda americana a los paises subdesarrollados o en vías de desarrollo. Así que como aquello lo enviaban para repartirlo a los pobres gratis, cada vez que se necesitaba en las casas, nuestros padres nos enviaban con una talega a la iglesia para adquirir la leche en polvo, la manteca ó el queso que venian en latas grandes y que los familiares del cura nos entregaban previo entrega de su importe correspondiente. La verdad yo no recuerdo ni jamás oí decir que los curas habian entregado alguna vez leche, queso o manteca gratis a nadie ( yo era pequeño pero oía los comentarios de los mayores y todo se me quedaba gravado en la memoria).

También recibian los curas enormes cantidades de ropa usada de los americanos y se vendieron o las repartian casi siempre a los que no la necesitaban, en esto recuerdo que a mi hermano Triani le dieron un abrigo enorme y mis hermanas se lo arreglaron y con lo que sobró me hiciero una “ceriana” ( una ceriana era como una cazadora ceñida a la cintura y para esto mis hermanas eran dos artistas de la costura).

Otra cosa que sufrimos con esta ayuda ejemplar de Los Estados unidos de America fue el tema del aceite y es que decían que se habian llevado todo nuestro aceite y a cambio nos enviaron un aceite que no había quien lo tragase pues las comidas no sabían bien, el pescado frito estaba malísimo y menos mal que aquello no duró mucho y al menos en mi casa mi padre le compraba las latas de aceite a Salvador Rocha que se las traian de Córdoba y otras veces conseguia aceite de estraperlo de los pueblos de la sierra pero se agarraba a la gargante muchísimo.

Bueno para terminar deciros que no se porqué me han venido todas estas cosas a la memoria pero para los que disponen de tiempo y desean saber algo más de los tiempos pasados, no muy lejanos, les habrá servido un poco de relax y al mismo tiempo conocer algo más de lo vivido por sus padres o abuelos. Se me olvidaba decir que en Jimena no se decía leche en polvo sino…. Leche de cura.

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